
El oficialismo tendrá que lidiar otra vez solo en su pelea contra los fondos buitre. A pesar de la resistencia opositora a acompañar el proyecto del Gobierno para cambiar la hoja de ruta del pago a los bonistas reestructurados –que impide el juez estadounidense Thomas Griesa-, el Frente para la Victoria tiene las manos suficientes para aprobar la iniciativa.
Por Ángel Lisboa // Martes 26 de agosto de 2014 | 09:00
En ello trabajan todo el oficialismo en el Congreso. Con el disciplinamiento de la tropa propia y el apoyo de los aliados más fieles, el kirchnerismo cuenta con ajustado quórum propio y la mayoría necesaria para convertir en ley el proyecto que les propone a los bonistas que aceptaron los canjes de 2005 y 2007 la reestructuración de con una quita de hasta un 70 por ciento la deuda que contrajeron los gobiernos anteriores –la dictadura, el menemismo y la Alianza.
La propuesta es cambiar la ruta de pago del Banco De Nueva York en jurisdicción estadounidense al Banco Nación de la República Argentina en Buenos Aires.
Algo a los que se niega el juez neoyorquino Griesa y en especial sus favorecidos, los fondos buitre que litigaron en su juzgado el pago del cien por ciento del valor nominal de los bonos adquiridos tras el default de 2001 a menos de un tercio de su valor con fines especulativos. Un tema que parece convalidar la oposición, salvo honrosas excepciones.
Mañana comenzará en el Senado el debate al que asistirán el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, para defender el proyecto oficial ante el embate de los senadores de la oposición. El oficialismo piensa emitir dictamen de mayoría allí mismo parar llevarlo el recinto de la Cámara alta la semana próxima.
El Frente para la Victoria contaría con 32 votos propios y el de al menos siete aliados, con el que superaría los 37 necesarios para el quórum y la darle media sanción al proyecto. Frente a una oposición que mostrará al grueso de sus bloques en contra del proyecto y a unos pocos inclinándose por la abstención para no a aparecer pegados a los buitres.
En tanto, en la Cámara de Diputados, el kirchnerismo se prepara para la batalla final de convertir en ley el proyecto del Gobierno. Con un margen más estrecho, el oficialismo tomó sus recaudos: puso en tensión a su tropa propia y a los de sus aliados más fieles, para ponerse a trabajar inmediatamente tras la media sanción del Senado. Contrarreloj, quiere que el proyecto se transforme en ley antes del 30 de septiembre, cuando vence otro pago a los bonistas reestructurados.
Cuenta con 118 legisladores propios, entre ellos a los dos diputados rionegrinos del Frente Grande que responden al gobernador Alberto Weretilneck y que ya anunciaron que no seguirán el mismo camino que el mandatario provincial que decidió romper con el Gobierno nacional y amenazar con su coqueteo de pasar a la filas massistas. Algo con lo que especulaba el Frente Renovador para intentar torcerle el brazo al oficialismo y obligarlo a aceptar su proyecto.
Con los propios y el apoyo de una docena de sus aliados más fieles, el kirchnerismo se aseguraría los votos necesarios (al menos o más de 129) para sancionar la ley. Aunque en Diputados, también habrá un puñado de opositores (de un amplio abanico ideológico) que esquivarán el alineamiento con los buitres optando por la abstención.