PULSEADA

Se apresta el Gobierno para otra batalla contras las corporaciones

La devaluación fijó un nuevo punto de equilibrio que favorece al campo, la industria y las economías regionales. Los retos: evitar la traslación a los precios y estabilizar las variables cambiarias.

El Banco Central ha comenzado a subir la tasa de interés; el ministerio de Economía observa que esto no provoque un enfriamiento de la Economía.

El Banco Central ha comenzado a subir la tasa de interés; el ministerio de Economía observa que esto no provoque un enfriamiento de la Economía.


Luis María Galo // Sábado 25 de enero de 2014 | 18:09

Se estableció un nivel de tipo de cambio excelentísimo para nuestra industria

 

SHOCK
Se prepara el Gobierno para librar una
dura batalla contras las corporaciones
La devaluación fijó un nuevo punto de equilibrio, delicado, que favorece al campo, la industria y las economías regionales. Los retos: evitar la traslación automática a los precios y estabilizar las variables cambiarias.
El dólar oficial a ocho pesos, la clave económica de la última semana. "En el marco de la política de flotación administrada del tipo de cambio, el Gobierno considera que el precio de la divisa ha alcanzado un nivel de convergencia aceptable para los objetivos de la política económica", explicaba ayer Jorge Capitanich, al anunciar que desde el lunes los ciudadanos podrán comprar de nuevo dólares para atesoramiento, de acuerdo a su nivel de ingresos declarado. ¿Cuál son esos objetivos básicos del Gobierno? Pleno empleo, industrialización, variables macroeconómicas alineadas. Ahora, la Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Economía y el Banco Central se preparan para librar una durísima batalla política y económica contra especuladores, corporaciones empresariales y sindicales y devaluadores seriales para que este arduo y dolorosamente conseguido nuevo punto de equilibrio pueda sostenerse en 2014. El bienestar de millones de argentinos está en juego.
En ámbitos gubernamentales se habla por estas horas de sinceramiento y apoyo a la producción. La ministra Débora Giorgi dijo: "se estableció un nivel de tipo de cambio excelentismo para nuestra industria. Da oportunidad de dinamizar nuestros productos y beneficia a las economías regionales para llegar a mercados externos”. De hecho, la depreciación del peso de enero (+23%) recibió el apoyo unánime de los gobernadores. “La producción de limón, el azúcar y el arándano pasa a ser más rentable con un dólar a ocho pesos… la verdad es que hacía falta un dólar más competitivo y que sea rentable a la exportación”, convalidaba el gobernador de Tucumán, José Alperovich.
Toda devaluación genera más empleo, es una verdad de manual. Eric Ritondale, de la consultora Econviews (la dirige Miguel Kiguel, no puede ser sospechada de parcialidad oficialista), destacó otra virtud: al encarecerse las importaciones se generaría un excedente de divisas mucho mayor que en el pasado, lo que permitiría estabilizar el mercado cambiario. “Recordemos que en 2009 las importaciones cayeron 20.000 millones de dólares. Un flujo semejante hoy traería nuevamente tranquilidad al mercado cambiario. Que no cunda el pánico, que lo mejor estaría por venir“, escribió Ritondale en Ambito Financiero.
Que no cunda el pánico, es un buen consejo para el establishment, que sigue reclamando un ajuste fiscal como bandera de rendición. De todos modos, la devaluación entraña un riesgo para los trabajadores: que avive la inflación, lo que erosionaría el poder de compra, y así se comprometería uno de los pilares del modelo productivo: un vigoroso consumo interno. Aquí es donde interviene el Ministerio de Economía con toda su artillería. Debe frenar los intentos sectoriales de volcar toda la devaluación a los precios (ya hubo remarcaciones en celulares y electrodomésticos, pero eso es lo de menos), sobre todo en los productos de consumo popular. Son los típicos pescadores en aguas revueltas. A ellos, advirtió anoche el secretario de Comercio, Augusto Costa: “El Gobierno no va a permitir conductas irracionales en materia de precios, porque cuentan con los instrumentos necesarios para evitar cualquier acción especulativa que pretenda poner en peligro las políticas económicas vigentes". Aquí se librara, pues, una batalla fundamental. Se vienen las paritarias, y si los gremios se asustan y reclaman aumentos por encima de lo razonable (¿25 por ciento anual?, recuerde este número, ya volveremos sobre él) el punto de equilibrio volvería a saltar por los aires.
SE PUEDE
Queda otra incógnita. ¿El Banco Central está conforme con un dólar a ocho pesos o la estacionará un poquito más arriba? Lo sabremos la semana que viene. La autoridad monetaria -piloteada por Juan Carlos Fábrega y un muy competente equipo de canosos funcionarios de carrera- se ha propuesto proteger las reservas (al filo de los 29 mil millones de dólares), para lo cual necesita acortar la brecha entre la cotización oficial del dólar ($ 8,02) y la clandestina ($ 11,75, el viernes se desinfló).
Además, entendiendo que en materia cambiaria sólo dan resultados las estrategias que operan sobre lo que la filosofía llama ’morales impuras’, el BCRA empezó a subir la tasa de interés para tentar a los ahorristas en pesos. Se informó ayer, a última hora, que a partir de la semana que viene se subirá las tasas de interés que pagan a los bancos para retirar el "exceso de pesos” en la economía. Concretamente, el Central subió de poco más de 19% al 25,5% la tasa para Lebac a 70 días. Ese movimiento drástico hará más redituables los depósitos del público.
Según pudo saber En Orsai, en la mente de los estrategas del Banco Central está coordinar tasa de interés, inflación y devaluación de aquí en más en un número cercano al 25 por ciento para luego ir bajando progresivamente escalón tras escalón. Por eso es crucial que las paritarias no se desmadren, lo que generaría -como en la década del setenta- otro circulo vicioso. Si la tasa de interés es redituable, el ahorrista o el especulador desesperado por conseguir dólares puede apostar unas fichas al plazo fijo limitando la presión sobre el mercado cambiario. ¿Efectos indeseables? Se encarecen los créditos, por ende se enfría la economía y se crean menos empleos. Esa es una línea que ni la Casa Rosada ni el Ministerio de Economía están dispuestos a cruzar. No casualmente el gobierno lanzó el plan Progresar, que constituye una transferencia de recursos directa para los sectores que podrían resultar más afectados por el sinceramiento cambiario.
El shock de esta semana, naturalmente, necesita que los agentes económicos acompañan mínimamente. Los elementos para contener expectativas ya están sobre la mesa, pero el campo venía apostando (y presionando por) una fuerte devaluación. Axel Kicillof destacó ayer que hay 11 millones de toneladas (¡unos 4.000 millones de dólares!) sin liquidar de la cosecha 2012/2013. En abril, llega la cosecha gruesa nueva y las arcas del Banco Central volverían a llenarse si todo opera con normalidad, absorbiendo sin problemas el relajamiento de las restricciones para comprar dólares. Luego debería llegar el financiamiento externo -vía acuerdo con el Club de París- que permita afrontar los vencimientos de deuda sin una caída significativa de reservas. Hay que pasar el verano, pues.
Las maniobras especulativas son feroces como se ha visto en el episodio Shell. Oigamos al ministro de Economía: “La petrolera compró el jueves a un banco extranjero 3,5 millones de dólares a un precio de 8,40 pesos, cuando la cotización estaba a 7,20 pesos. Esto es como si yo entro a una verdulería y el precio del tomate está a 12 pesos y digo que quiero comprar a 40 pesos, si no, no compro… Estaban armando una escalerita que fue rápidamente desbaratada por el Banco Central, al que no le costó demasiado reducir esa cotización… Estos mercados como son maleables, cuando se marca un precio alto y se hace público, aumentan las expectativas para que se piense que está en ese nivel y no estamos hablando de pequeños ahorrista, si no de los que marcan expectativas y tiran dardos todo el día para desestabilizar… van generando una psicosis. Lo conocemos bien".
Danza con lobos, podría ser el título de esta nota.

El dólar oficial a ocho pesos es la clave económica de la última semana. "En el marco de la política de flotación administrada del tipo de cambio, el Gobierno considera que el precio de la divisa ha alcanzado un nivel de convergencia aceptable para los objetivos de la política económica", explicaba ayer Jorge Capitanich, al anunciar que desde el lunes los ciudadanos podrán comprar de nuevo dólares para atesoramiento (con autorización de la AFIP) ¿Cuáles son esos objetivos básicos del Gobierno? Pleno empleo, industrialización, variables macroeconómicas alineadas. Ahora, la Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Economía y el Banco Central se preparan para librar una durísima batalla política y económica contra especuladores, corporaciones empresariales y sindicales y devaluadores seriales para que este arduo y dolorosamente conseguido nuevo punto de equilibrio pueda sostenerse en 2014. El bienestar de millones de argentinos está en juego.

 


En ámbitos gubernamentales se habla por estas horas de sinceramiento y apoyo a la producción. La ministra Débora Giorgi dijo: "Se estableció un nivel de tipo de cambio excelentísimo para nuestra industria. Da oportunidad de dinamizar nuestros productos y beneficia a las economías regionales para llegar a mercados externos”. De hecho, la depreciación del peso de enero (+23%) recibió el apoyo unánime de los gobernadores. “La producción de limón, el azúcar y el arándano pasa a ser más rentable con un dólar a ocho pesos… la verdad es que hacía falta un dólar más competitivo y que sea rentable a la exportación”, convalidaba el gobernador de Tucumán, José Alperovich.



Toda devaluación genera más empleo, es una verdad de manual. Eric Ritondale, de la consultora Econviews (la dirige Miguel Kiguel, no puede ser sospechada de parcialidad oficialista), destacó otra virtud: al encarecerse las importaciones se generaría un excedente de divisas mucho mayor que en el pasado, lo que permitiría estabilizar el mercado cambiario. “Recordemos que en 2009 las importaciones cayeron 20.000 millones de dólares. Un flujo semejante hoy traería nuevamente tranquilidad al mercado cambiario. Que no cunda el pánico, que lo mejor estaría por venir“, escribió Ritondale en Ambito Financiero.

 


Que no cunda el pánico, es un buen consejo para el establishment, que sigue reclamando un ajuste fiscal como bandera de rendición. De todos modos, la devaluación entraña un riesgo para los trabajadores: que avive la inflación, lo que erosionaría el poder de compra, y así se comprometería uno de los pilares del modelo productivo: un vigoroso consumo interno. Aquí es donde interviene el Ministerio de Economía con toda su artillería. Debe frenar los intentos sectoriales de volcar toda la devaluación a los precios (ya hubo remarcaciones en celulares y electrodomésticos, pero eso es lo de menos), sobre todo en los productos de consumo popular. Son los típicos pescadores en aguas revueltas. A ellos, advirtió anoche el secretario de Comercio, Augusto Costa: “El Gobierno no va a permitir conductas irracionales en materia de precios, porque cuentan con los instrumentos necesarios para evitar cualquier acción especulativa que pretenda poner en peligro las políticas económicas vigentes". Aquí se librara, pues, una batalla fundamental. Se vienen las paritarias, y si los gremios se asustan y reclaman aumentos por encima de lo razonable (¿25 por ciento anual?, recuerde este número, ya volveremos sobre él) el punto de equilibrio volvería a saltar por los aires.

 

 

 

 

 

 

 

 

SE PUEDE

 

Queda otra incógnita. ¿El Banco Central está conforme con un dólar a ocho pesos o la estacionará un poquito más arriba? Lo sabremos la semana que viene. La autoridad monetaria -piloteada por Juan Carlos Fábrega y un muy competente equipo de canosos funcionarios de carrera- se ha propuesto proteger las reservas (al filo de los 29 mil millones de dólares), para lo cual necesita acortar la brecha entre la cotización oficial del dólar ($ 8,02) y la clandestina ($ 11,75, el viernes se desinfló).

 


Además, entendiendo que en materia cambiaria sólo dan resultados las estrategias que operan sobre lo que la filosofía llama morales impuras, el BCRA empezó a subir la tasa de interés para tentar a los ahorristas en pesos. Se informó ayer a última hora, que a partir de la semana que viene se subirá las tasas de interés que pagan a los bancos para retirar el "exceso de pesos” en la economía. Concretamente, el Central subió de poco más de 19% al 25,5% la tasa para Lebac a 70 días. Ese movimiento drástico hará más redituables los depósitos del público.

 


Según pudo saber En Orsai, en la mente de los estrategas del Banco Central está coordinar tasa de interés, inflación y devaluación de aquí en más en un número cercano al 25 por ciento para luego ir bajando progresivamente escalón tras escalón. Por eso es crucial que las paritarias no se desmadren, lo que generaría -como en la década del setenta- otro circulo vicioso. Si la tasa de interés es redituable, el ahorrista o el especulador desesperado por conseguir dólares puede apostar unas fichas al plazo fijo limitando la presión sobre el mercado cambiario. ¿Efectos indeseables? Se encarecen los créditos, por ende se enfría la economía y se crean menos empleos. Esa es una línea que ni la Casa Rosada ni el Ministerio de Economía están dispuestos a cruzar. No casualmente el gobierno lanzó el plan Progresar, que constituye una transferencia de recursos directa para los sectores que podrían resultar más afectados por el sinceramiento cambiario.

 


El shock de esta semana, naturalmente, necesita que los agentes económicos acompañan mínimamente. Los elementos para contener expectativas ya están sobre la mesa, pero el campo venía apostando (y presionando por) una fuerte devaluación. Axel Kicillof destacó ayer que hay 11 millones de toneladas (¡unos 4.000 millones de dólares!) sin liquidar de la cosecha 2012/2013. En abril, llega la cosecha gruesa nueva y las arcas del Banco Central volverían a llenarse si todo opera con normalidad, absorbiendo sin problemas el relajamiento de las restricciones para comprar dólares. Luego debería llegar el financiamiento externo -vía acuerdo con el Club de París- que permita afrontar los vencimientos de deuda sin una caída significativa de reservas. Hay que pasar el verano, pues.

 


Las maniobras especulativas son feroces como se ha visto en el episodio Shell. Oigamos al ministro de Economía: “La petrolera compró el jueves a un banco extranjero 3,5 millones de dólares a un precio de 8,40 pesos, cuando la cotización estaba a 7,20 pesos. Esto es como si yo entro a una verdulería y el precio del tomate está a 12 pesos y digo que quiero comprar a 40 pesos, si no, no compro… Estaban armando una escalerita que fue rápidamente desbaratada por el Banco Central, al que no le costó demasiado reducir esa cotización… Estos mercados como son maleables, cuando se marca un precio alto y se hace público, aumentan las expectativas para que se piense que está en ese nivel y no estamos hablando de pequeños ahorrista, si no de los que marcan expectativas y tiran dardos todo el día para desestabilizar… van generando una psicosis. Lo conocemos bien".

 


Danza con lobos, podría ser el título de esta nota.

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