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La caída de las universidades y el auge de la timba: El oscuro retrato de la Argentina de Milei

Mientras las universidades públicas sufren un vaciamiento brutal, el país se convierte en un caldo de cultivo para estafas piramidales y la desesperación económica. La política de Javier Milei favorece la especulación, abandonando el desarrollo productivo y educativo.

La caída de las universidades y el auge de la timba: El oscuro retrato de la Argentina de Milei

Redacción EnOrsai // Lunes 14 de octubre de 2024 | 10:33

La retirada de RainbowEX y las estafas de Generación Zoe no son simples fraudes aislados; reflejan un país donde la desesperación y la falta de control político son terreno fértil para que los más vulnerables caigan en la trampa de la timba. Mientras tanto, las universidades públicas, otrora bastiones de inclusión, sufren un vaciamiento irreversible. ¿Qué futuro le queda a un país que se desmorona entre la estafa y el abandono de la educación?

Argentina atraviesa un momento oscuro en su historia. Mientras las universidades públicas, históricamente reconocidas como espacios de inclusión y ascenso social, sufren un proceso de vaciamiento debido a las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei, la especulación y el juego sucio encuentran terreno fértil. No es casualidad que mientras los docentes universitarios renuncian en masa y los estudiantes toman facultades en defensa de una educación en ruinas, en ciudades como San Pedro, el sueño de miles de argentinos se haya convertido en una pesadilla de criptomonedas y estafas piramidales.

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El reciente escándalo de RainbowEX, una plataforma de criptomonedas que operaba bajo la sombra de una presunta estafa piramidal, ha destapado una realidad que Milei prefiere ignorar: la creciente desesperación de la sociedad argentina. Con un 40% de pérdida salarial entre los docentes universitarios y la renuncia de más de 30 profesores en la Facultad de Veterinaria de la UBA, la educación pública está siendo asfixiada. En paralelo, en el interior del país, gente desesperada apostó todo lo que tenía en la esperanza de un golpe de suerte que nunca llegó. San Pedro es el último ejemplo de una larga lista de ciudades en donde las promesas de dinero fácil han terminado en estafas y fraudes.

La plataforma RainbowEX no solo prometía ganancias astronómicas mediante la compra y venta de criptomonedas, sino que exigía un "último esfuerzo" a sus inversores: el pago de 88 dólares para poder recuperar sus fondos antes de retirarse del país. Este tipo de estafas no es nuevo en Argentina. El caso de Generación Zoe, que llevó a juicio a su líder Leonardo Cositorto, es el precedente más claro. Lo que sorprende es la velocidad con la que estos fraudes se multiplican en un país que ya ha visto muchas veces este tipo de timos.

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El abandono de la educación pública y el auge de las estafas no son fenómenos aislados. Ambos responden a un mismo problema: la ausencia de políticas que promuevan el trabajo, la producción y el conocimiento. Durante décadas, Argentina fue un referente en la región por su sistema educativo, que permitió a generaciones enteras de jóvenes acceder a estudios superiores. Hoy, bajo la administración de Javier Milei, ese legado se desmorona. El ajuste brutal que impone su gobierno no solo afecta a los salarios de los docentes, sino que amenaza con destruir el tejido social que las universidades públicas han tejido durante años.

El movimiento estudiantil, que en otras épocas parecía dormido, ha resurgido con fuerza. Las tomas de facultades se han generalizado en todo el país, y los estudiantes vuelven a ocupar un lugar central en la política nacional. Ellos entienden que la lucha por la universidad pública es, en realidad, una lucha por el futuro del país. Sin embargo, mientras las aulas se vacían y los laboratorios cierran por falta de recursos, la otra cara de la moneda emerge con fuerza: la timba.

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La economía especulativa, esa que premia a los que apuestan y castiga a los que trabajan, es la que domina el discurso oficial. No debería sorprendernos que el propio ministro de Economía de Milei, Toto Caputo, haya sido antes un trader en JP Morgan, un auténtico jugador de la especulación financiera. Para él, y para el gobierno que representa, invertir en bonos, criptomonedas o el dólar es más rentable que fomentar la producción o el trabajo. Y es esa misma lógica la que se ha filtrado a la sociedad argentina, con consecuencias devastadoras.

En San Pedro, una de las tantas ciudades afectadas por RainbowEX, la desesperación económica llevó a muchas familias a vender todo lo que tenían para apostar a un futuro que nunca llegó. Lo que parecía una salida rápida de la crisis terminó siendo una trampa mortal. Al igual que en el caso de Generación Zoe, miles de personas fueron estafadas con promesas de riquezas inmediatas. La falta de regulación y el vacío de políticas sociales han permitido que estos fraudes se multipliquen. El resultado es un país donde cada vez más gente se hunde en la pobreza, mientras unos pocos se enriquecen a costa de la desesperación ajena.

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Este no es un fenómeno aislado, ni un problema que se limite a la especulación financiera. Es el reflejo de una política de gobierno que privilegia a los especuladores por sobre los trabajadores, que destruye la educación pública y que convierte el país en un enorme casino donde solo unos pocos pueden ganar. La decadencia de las universidades públicas y el auge de las estafas son dos caras de una misma moneda: el desmantelamiento del Estado y el abandono de su rol regulador.

La destrucción de la universidad pública no es solo un ataque a la educación; es un ataque al futuro de millones de argentinos que ven en ella su única oportunidad de progresar. Y mientras las autoridades miran para otro lado, las estafas piramidales siguen creciendo, alimentadas por la desesperación de una sociedad que no encuentra salidas en un modelo económico que solo premia a los especuladores. El sueño argentino se ha convertido en una pesadilla de apuestas y fraudes, en donde la universidad y el trabajo han sido reemplazados por la timba y el engaño.

Argentina, bajo el gobierno de Javier Milei, se hunde cada día más en esta espiral de desesperación. El vaciamiento de las universidades públicas y el auge de las estafas financieras no son accidentes. Son las consecuencias directas de un modelo que abandona a su gente, que destruye los pilares del desarrollo colectivo y que convierte al país en una timba sin futuro. ¿Cuánto tiempo más puede sobrevivir un país que apuesta todo a la suerte?

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