¿POR?

Sepa por qué el Código Penal es “un rejunte de normas incoherentes”

Cómo la “emergencia punitiva” puso parche tras parche hasta desdibujarlo. Porqué el discurso de mano dura atrasa más de 80 años. Cómo se instala el supuesto sentido común de que a mas pena menos delito.

Sepa por qué el Código Penal es “un rejunte de normas incoherentes”

Javier Lema - Redacción Enorsai // Sábado 19 de abril de 2014 | 11:36

"Se ha reformado tantas veces porque el motivo que impulsa la reforma es la emergencia punitiva. De gran trascendencia pública que impulsa a los políticos a dar una solución mágica al problema.

“Si se da una baja o un incremento en los índices de delito, es siempre por un motivo ajeno al Código Penal. Puede deberse a un cambio en alguna política de seguridad o una mejora en la situación social del momento. Ni siquiera influye directamente sobre la cantidad de personas privadas de su libertad. Porque, por lo general, lo que funciona como regulador en ese punto son los códigos de procedimiento, no el Código Penal”, estimó el coordinador de la Comisión para la Elaboración del Proyecto de Ley de Reforma, Actualización e Integración del Código Penal, Roberto Carlés.

 

En otras palabras: el abogado encargado de tratar con los distintos especialistas puestos por los partidos políticos, más el ministro de la corte, Raúl Zaffaroni, sostuvo que el Código Penal no tiene relación directa con las personas encarceladas; y que en la historia del derecho, los índices de delitos siempre fueron ajenos a las penas asignadas por el Código Penal.

 

Entonces, ¿por qué se sostiene esta postura de que a mayores penas menos delito? Carlés contesta simple: “Está muy arraigado en el sentido común, y también es fácil caer en la tentación de pensar en la persona que delinque como un sujeto racional que al momento de delinquir va a tener en cuenta qué pena le corresponde, entonces, si le aumentaron el mínimo, en lugar de salir con un arma va a salir con una corbata a robar. Estas cosas son un disparate pero lamentablemente están muy arraigadas en el sentido común”.

 

Si es realmente así, qué sentido tiene realizar una reforma del Código Penal y porqué no quedarse mejor con lo ya conocido. Para empezar, Carlés dice que lo presentado a la Presidenta no es en si una reforma sino es prácticamente un nuevo Código Penal “porque en la actualidad no lo tenemos".

 

El especialista explicó que, "del Código Penal de 1921 es poco lo que quedó, era un buen código, fruto también de una comisión multipartidaria, plural, presidida por un conservador en tiempos de la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen".

 

Cada vez parece mas difícil comprender. Si aquel código era bueno y creado en una comisión multipartidaria, como la que actuó ahora, ¿Cuál fue el problema? Sólo basta ver los datos arrojados por Carlés a la agencia Télam para empezar a entender.

 

Las "más de 900 reformas que sufrió en estos 93 años de historia hicieron que prácticamente se desdibujara por completo (el Código de 1921). Y si a eso le sumamos las más de 400 leyes penales especiales y normas dispersas en todo tipo de legislación, entonces lo que tiene que ser un Código, ya no lo es más, no tiene sistematicidad, no tiene coherencia interna, ni proporcionalidad. Es un rejunte de normas incoherentes", opinó el entendido.

 

Pero nadie cambia aquello que es bueno. O aquel Código no lo era tanto o pasó algo más. Hay quien podría argumentar el paso del tiempo, el cambio en la modalidad del delito, pero que esos cambios lleven a realizar 900 reformas y 400 leyes penales especiales, parece demasiado.

 

Carlés contesta: “Se han reformado tantas veces porque, por lo general, el motivo que impulsa la reforma es lo que se conoce en la academia como emergencia punitiva. Un hecho de gran trascendencia pública que impulsa a los políticos a dar una respuesta inmediata, como una solución mágica al problema. Eso es lo que genera que se vayan realizando reformas sistemáticas y contraproducentes en la mayoría de los casos”.

 

Seguro vienen a la memoria la cantidad de veces que en tan sólo estos últimos diez o quince años, un opinólogo mediático o un político en ascenso ofreció la teoría de la penitencia dura y eterna para ahuyentar el delito. Eso tiene un nombre: emergencia punitiva, y generó el desguace del Código Penal y cero resultados respecto de la disminución del hecho delictivo.

 

Sin embargo, otra vez vuelve al ruedo ese discurso. Tal vez mas grave aun porque, al tiempo que se pide mas pena, menos comprensión del fenómeno social que significa la delincuencia, no se quiere ni discutir un nuevo Código que, cuanto menos traerá coherencia.

 

Pero si está probado que la mano dura no hace mella en el delito, cuál es el sentido de insistir con lo mismo. Según Carlés esto sucede porque, “no dan resultado para combatir la inseguridad pero sí dan resultado político, son redituables políticamente en el corto plazo. Eso es como descubrir la gallina de los huevos de oro, una vez que han visto que funciona la usan una y otra vez”.

 

En este aspecto el rol de los medios de comunicación no es menor, sobre todo a la hora de sostener ese mito instalado como sentido común del vecino, que reza que a mayor castigo menor delito.

 

En este aspecto Carlés es categórico: Los medios  tienen “una responsabilidad enorme, sin duda. Esto siempre fue así, no es algo novedoso, pero con los cambios de las tecnologías se ha ido agravando. Si uno estudia las emergencias punitivas a lo largo de la historia, esto que escuchamos ahora de ‘antes robaban pero eran menos violentos’, fue siempre así. Hace 80 años los diarios decían lo mismo”.

 

Consultado sobre la posibilidad de prevenir el delito Carlés explica que el Código Penal es “un código es básicamente un catálogo de conductas prohibidas frente a las cuales el estado responde con la sanción más violenta que tiene, que es la pena, la privación de la libertad”, y aclara que en él no se trata la prevención.

 

“El problema es que tanto desde la política como desde los medios se le da más espacio a estas soluciones mágicas que vienen de la mano de reformas legislativas o también cuando se habla de prevención se privilegian algunas medidas que son más que nada efectistas, como puede ser las técnicas de saturación con fuerzas de seguridad en un territorio. Eso tiene más bien una finalidad efectista pero eso no quiere decir que se vaya a traducir en una disminución del delito en concreto”, explica el especialista y aclara: “Para prevenir hace falta una serie de medidas, que en algunos casos son de largo y mediano plazo. Pero en algunos casos tienen un efecto inmediato”.

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