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El origen del Hospital Durand: una historia de opresión patriarcal

Carlos Durand nació en la ciudad de Salta, el 21 de Febrero de 1826. Su padre fue el médico francés Jean André Cliarles Durand quien había tenido participación en las campañas napoleónicas como Cirujano Mayor, por lo que fue condecorado por Luis XVIII, con la Flor de Lis en 1814.

El origen del Hospital Durand: una historia de opresión patriarcal

Jueves 19 de marzo de 2020 | 11:40

(Por Walter Onorato)* El médico francés llega a la ciudad de Buenos Aires y se lo encuentra en 1821 entre los firmantes del Acta de Fundación de la Universidad de Buenos Aires el 12 de Agosto, siendo el primer Profesor de Obstetricia de la institución. También formó parte de los fundadores de la Academia Nacional de Medicina. Luego en 1822 fue designado por Bernardino Rivadavia cómo médico de Policía.

La madre de Carlos Durand pertenecía a lo más selecto de la oligarquía porteña, era Doña María del Rosario Chavarría quien era hermana del Presbítero Matías de Chavarría. Un sacerdote que fe expulsado en 1835 del empleo de capellán del Hospital General de Hombres por un decreto de Juan Manuel de Rosas que decía: "No siendo acreedor, por ser unitario, a la confianza del Gobierno". Luego vendrían mejores tiempos para el Presbitero unitario al ser nombrado en 1862 por un decreto del presidente Mitre como canónigo del Cabildo Metropolitano.

El matrimonio tuvo tres hijos, el mayor era Carlos Gustavo Durand, Eduardo y Carolina, quien permaneció soltera al lado de su hermano mayor hasta sus últimos momentos.

La familia deja Salta para trasladarse a la ciudad de Buenos Aires, donde Carlos Durand realizó sus estudios secundarios y universitarios. Se graduó como médico en el año 1846, con una tesis sobre el contagio del cólera.

Según sus biógrafos adquirió fama como obstetra al atender a las familias de la oligarquía porteña mientras desarrollaba una basta actividad en trabajos científicos que llegaron a publicaciones especializadas de orden nacional e internacional, siendo uno de los más destacados, el trabajo realizado sobre "Adelantos de la Operación Cesárea en la Ciudad de Buenos Aires".

También ocupó cargos municipales, fue Miembro del Tribunal del Juicio de imprenta, Miembro de la Academia de Medicina y Cirujano Mayor del Ejército. Mientras Justo José de Urquiza ejercía la presidencia de la Confederación Argentina, en 1859 el doctor Durand fue "elegido" Diputado Provincial por la campaña de Buenos Aires

Después de la batalla de Pavón de 1861 y la posterior invasión de los ejércitos porteños a las provincias interiores el doctor Durand en 1865 fue nombrado Senador por la provincia de Buenos Aires, un cargo que tuvo hasta 1870, desde donde trabajó temas vinculados con la higiene y la salud pública.

A los 43 años, en septiembre de 1869, contrajo matrimonio con Amalia Pelliza Pueyrredón, una chica de tan sólo 15 años de edad que era nieta de quien fuera Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Según sus biógrafos dos hechos lamentables suceden en la vida del doctor. Al poco tiempo muere su madre, doña Rosario y una viruela "arrasó con la belleza y la tersura del cutis angelical de doña Amalia."

Sobre esto último transcribo en forma textual un parrafo del excelente artículo escrito por Gabriel Luna sobre este tema:

Al poco tiempo de celebrarse la boda, Amalia sufre una viruela confluente. Cae en una laxitud profunda, siente frío, se le eriza el cabello, luego llega la fiebre, y después el rostro y su cuerpo se le cubren de pústulas cada vez más numerosas, que forman como un empedrado, un tegumento moreno opresor e irritante; la respiración se interrumpe, sus ojos parecen centelleantes, asustados. Días después el tegumento arrasa las facciones. El rostro, que era delicado y armónico, ahora está hinchado y brilla como una máscara en la noche. La lengua le crece, el cuello también, tiene angina, ronquera, le falta la voz. Entonces llegan las peligrosas fases finales: la supuración y la desecación. La máscara se fragmenta y convierte en costras negras, va despegándose de la cara entre fluidos y ardores muy fuertes, hay peligro de ulceraciones, abscesos, hemorragias fatales… Pero Amalia sobrevive, aunque su cuerpo hiede peor que el de un muerto.

El doctor Durand, su marido insomne, la ha velado y socorrido durante dos semanas dándole bálsamos, brebajes, e innumerables cuidados. Ha consultado a todos sus colegas, a curanderos, a místicos, astrólogos. Y la salvó de la muerte; pero el precio fue alto, tuvo que asistir a la espantosa transformación de Amalia: la mujer más lozana y hermosa de Buenos Aires salió de la enfermedad convertida en un monstruo. Ella hubiera preferido morir, él no lo permitió. El cuerpo de ella queda deforme, como en una contracción, y las pústulas dejaron marcas indelebles. ¿Qué pasará entonces? El mágico acontecimiento social de la boda y la enorme admiración, se convertirán en escarnio y rechazo, razona Durand, y manda a desplegar cortinados, romper los espejos. Restringe la entrada de su casa y tapia las ventanas.

Para estos días el Dr. Durand amasaba una inmensa fortuna "proveniente del ejercicio de su doble profesión de doctor y político pero además de la herencia dejada por su tío" el canónigo unitario Matías de Chavarría", una herencia que podríamos decir "non sancta".

Con el tiempo "se tornó en un ser hosco, taciturno y poco propenso a los gastos de la casa y de la vestimenta" dicen sus biógrafos, dando a entender que pasó a ser una persona mal humorada que cayó en el abandono personal. Con una edad más avanzada cayó gravemente enfermo de una presunta "neumonía complicada". Fue una larga dolencia que contó con la asistencia de las únicas personas con las que contaba, su esposa y su hermana. Ambas lograron la recuperación de Durand cumpliendo "estrictamente las indicaciones del joven médico Dr. 'Nicolás Repetto."

Sus biógrafos aseguran que "no obstante ello, el episodio dejó huellas físicas y tanto más psíquicas: se volvió aún más agresivo, instituyendo en su hogar un régimen realmente intolerable, a tal punto, que su esposa temerosa por su vida, a mediados de diciembre de 1900, abandonó la casa". El doctor Durand con sus 74 años de edad había recibido los cuidados de su esposa en una convivencia de 31 años de lo que habrá sido una tortuosa relación debió tomar una decisión impensable para aquella época.

Con los 46 años Amalia Pelliza Pueyrredón, la nieta del Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón y O'Dogan (así es su nombre completo) huyo "a la República Oriental del Uruguay, donde años más tarde murió en la pobreza." porque el doctor despechado la ignoró en su testamento en un evidente castigo lleno del machismo de aquella época y porque no de la nuestra. Mientras Amalia vivía seguramente las penurias de la pobreza el "filantropo" Carlos Durand al morir tenía en su ropero la cifra de un millón de pesos. De dicho testamento surge la disposición de sus bienes para que sean destinados a la construcción de un "Hospital para Hombres”.

"El acta número trescientos noventa y cinco de la Sección Décima Cuarta del Registro, informa que "en la Capital de la República el día 08 de agosto de 1904 a las 10,00 Hs de la mañana, en su domicilio de la calle Lavalle novecientos diez y nueve, según lo que consta en el certificado extendido por el médico Agustín Drago, falleció a raíz de " Uremia " Carlos Durand” finalizan sus biógrafos.

La historia oficial del hospital Durand cuenta que gracias a un gran benefactor se pudo construir un hospital porteño. Conociendo y reinterpretando los hechos podemos asegurar que se trata de una historia de opresión y dominación patriarcal, típica de su época, sobre una niña de 15 años la que después de soportar 30 largos años de maltratos, intenta su liberación recibiendo el ejemplar castigo del olvido.

*Prof. Walter Onorato

Fuentes: Luna, Gabriel, en Periódico Vas

Francella, Jorge Luis y Cubellun, León en Portal de Salta

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