Cultura M

Una misión imposible para los bufones del Titanic

Es difícil asociar cualquier expresión del arte y la cultura con la fuerza política que maneja hoy las riendas del Estado argentino. Cuando uno piensa en el macrismo se imagina más bien financistas, represores o integrantes del jet set o del círculo rojo.

Una misión imposible para los bufones del Titanic

http://periodistadeperon.com // Sábado 11 de mayo de 2019 | 20:49

Sin embargo, hay un pequeño pero ruidoso grupo de artistas e intelectuales que intentan acoplarse al discurso oficial y pertenecer de algún modo a esa expresión política que desprecia, ignora y hostiga a esas expresiones.

Es interesante analizar el origen y la trayectoria de estas rara avis, y el penoso papel que están cumpliendo hoy, que los coloca en un incómodo lugar, ya que deben defender a un proceso político que los desprecia como artistas e intelectuales que son.

Tomemos los tres casos más representativos. El actor Luis Brandoni, el comediante Alfredo Casero y el escritor Federico Andahazi. Podría mencionarse también a otros como Pablo Avelluto o Miguel del Sel, pero son situaciones distintas, ya que estos últimos saltaron directamente a la función pública.

De perseguido a negador

Brandoni es tal vez el ejemplo más lamentable, porque se trata de alguien que tuvo una pertenencia y militancia política democrática en la UCR durante casi toda su vida, y nadie pone en duda sus valientes actitudes en los peores momentos de la historia argentina.

En 1976 fue perseguido y secuestrado por la dictadura, y debió incluso exiliarse en México durante un período. La paradoja es que, además de defender el saqueo y el ajuste actuales, para estar en línea con Macri debió reacomodar incluso su discurso acerca de aquella época.

CARLOS BALMACEDA La brutal Carta abierta de un dramaturgo a un desmemoriado Luis Brandoni

En efecto, una de las grandes polémicas que protagonizó en estos últimos años fue cuando intentó negar el carácter cívico-militar de aquella dictadura, al que calificó como «verso», ya que eso pone en evidencia la participación de la familia de quien hoy se ha convertido en su líder político.

El comisario Casero

Algo más joven, Casero también ostentaba hasta hace unos años un perfil que no encaja con la actitud que exhibe hoy. Más allá de los gustos y las valoraciones sobre la calidad de sus creaciones artísticas, lo cierto es que siempre estuvieron asociadas a lo rebelde, disruptivo y contestatario.

Sin embargo, ya antes de la llegada del macrismo a la presidencia, sus posiciones públicas fueron orientándose hacia posiciones de tinte antipopular y antidemocrático, especialmente en lo vinculado al tema derechos humanos. Los insultos a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, son una de las muestras más evidentes en ese sentido.

Gorilismo grotesco

Por último, el desmesurado Andahazi, quien hasta hace poco tiempo era visto con simpatía desde los sectores democráticos. Si bien su trayectoria en la literatura no había cosechado nunca elogios en abundancia, lo cierto es que constituyó una obra pareja y relativamente exitosa.

Además, el escándalo generado alrededor de su novela El anatomista, cuando la empresaria Amalia Lacroze de Fortabat intentó despojarlo de un premio que otorgaba su fundación, aportaba a su perfil un sesgo de perseguido o censurado.

Pero echó a perder el poco o mucho prestigio que había ganado al plantarse en posiciones indefendibles ante cada debate político que surge. El antiperonismo a ultranza, que pone por encima de cualquier otro interés y sin el más mínimo temor al ridículo, invalida cualquier rasgo razonable que pudiera tener su discurso.

En definitiva, el problema que tienen estos tres esforzados mosqueteros, es que intentan defender un proceso político incompatible con las actividades profesionales que ellos mismos desarrollan. Es imposible hacerlo sin caer en contorsiones dialécticas, contradicciones y exabruptos. Ese es el enorme precio que deben pagar.

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