CONSUMIDOR FINAL

Una historia cruzada por dos infiernos, el de la dictadura y el de las drogas

Pablo Vela hoy tiene 42 años, una vida nueva y pudo formar su propia familia con Belén después de muchos años sumergido en el mundo de las adicciones. Hoy le brilla la mirada cuando esta con Camila, su hija de un año y medio. Se imagina como habrán sido esos casi dos años viviendo con sus padres desaparecidos durante la ultima dictadura militar.

Una historia cruzada por dos infiernos, el de la dictadura y el de las drogas

Por Daniel Romero // Domingo 05 de noviembre de 2017 | 17:47

Contanos un poco de tu historia…

Tuve una infancia distinta, llena de cambios abruptos, dolorosos. Al año y medio de vida mi padres desaparecieron. Militaban en Montoneros, un día se los llevaron y nunca más supimos de ellos. Bah, los que nunca más supieron fueron mis familiares, no se si colapsados por tanto dolor y miedo, o por haber puesto toda su energía y amor para cuidarme. La cosa es que durante mi infancia me dijeron que habían muerto en un accidente de auto, y que estaban enterrados en España. Como yo no tenía pasaporte, era imposible ir a visitar la supuesta tumba. Siempre sospeché que había algo raro en esa historia. Todos los años le preguntaba a mi abuelo por ellos. Yo notaba que se ponía incómodo, mal. En ningún momento quisieron ocultarme la historia verdadera, ¿qué puede entender un chico que apenas sabe atarse los cordones de izquierdas y derechas? mucho menos de desaparecidos, pero tenía la sensación que el cuento del accidente no era cierto. Siempre pensé que me habían abandonado o que estaban presos, por ese lado me imaginaba la cosa.

¿Pudiste averiguar algo de sus vidas?

La primera en desaparecer, o mejor dicho, la primera en ser secuestrada fue Marcela, el 20 de Octubre del 76´. Por lo que averigüé, ella se llegó a tomar la pastilla de cianuro y llegó muerta a la ESMA. A César lo agarraron conmigo en brazos, incluso le dispararon para detenerlo, no lo mataron ahí. También fue llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada y de ahí en más, sólo lo saben ellos. En el libro “La Voluntad” de Caparrós y Anguita encontré este pequeño relato: El 31 de diciembre Graciela Daleo comió con César Vela y su hijo Pablo, en un departamento donde ellos estaban viviendo. Era la casa de una pareja de militantes que habían dejado la organización pero seguían colaborando con ella. César seguía desconsolado por la caída de su compañera, Marcela Gordillo, dos meses antes, y le mostraba a su hijo la foto de su madre. Pablito tenía dos años y decía mamá, mamá, la señalaba y preguntaba dónde estaba. Nadie sabía que decirle.

Trataban de hablar, de mantener cierta animación, pero era muy difícil. El pasado inmediato era terrible, y el futuro no se anunciaba mucho mejor. Diez días después, Graciela y César quedaron en encontrarse en la plaza de Ciudadela: era una cita amistosa, nada orgánico, y César iba a llevar a Pablito. Graciela lo esperó como quince minutos más allá de la hora prevista. Estaba sorprendida, se decía qué raro, César tan puntual: por un rato largo no se le ocurrió pensar que podía haber caído.

¿Cuándo te enteraste la verdad?

En las pascuas del 87 estábamos en Monte y de la nada mi abuelo me dice que nos íbamos a Buenos Aires, creo que era sábado. “Te explico en el auto” me dijo. Partimos a capital y en el viaje me empezó a hablar:

¿Sabés por qué nos estamos volviendo? Mirá, hay un grupo de militares que quieren sacar a Alfonsín del gobierno. Tenemos que ir a apoyarlo, no podemos volver a otra dictadura, la democracia que se recuperó, es demasiado importante para perderla por este canalla.- después de sus palabras vinieron mis preguntas acerca de que eran las dictaduras, los militares, la democracia y demás. Fuimos directamente a plaza de Mayo, estacionamos bastante lejos ya que había miles de personas haciendo lo mismo que nosotros. Para mi fue más una tarde divertida que otra cosa. Las canciones contra Aldo Rico, los bombos y Alfonsín hablando. Mucho no entendía, pero estaba por entender. Volvimos a casa y yo me fui a mi cuarto a boludear. Mi abuelo seguía los hechos por televisión. Me llamó y juntos escuchamos el famoso “la casa esta en orden, felices pascuas”. Acto seguido, aliviado, apagó la tele.

-Pablo, hace muchos años espero este momento… Si bien lo que pasó hoy es muy importante, para mi es una triste pero necesaria oportunidad para hablarte de tu papá y tu mamá. La historia del choque nunca existió. Ellos no murieron en un accidente. A ellos los secuestraron los militares y seguramente los mataron. Esto le pasó a mucha gente lamentablemente y yo ese día me morí un poco con ella. Eran inocentes, no hicieron nada para que los mataran. Esto te lo cuento hoy, porque no sólo yo creo que es el momento. Tu tía y los psicólogos que fuimos a ver, nos recomendaron que esperásemos que tengas la edad suficiente para saberlo, aunque seguramente en este momento no entiendas nada.- Hasta el día de su muerte, nunca volvimos a tocar el tema.

¿En que momento aparece la adicción en tu vida?

Apareció muchos años mas tarde. No le echo la culpa a la historia de mis padres. Puede haber sido un motivo, pero creo que fueron mas que ese.

Si bien había fumado marihuana muchas veces, no era una droga que me gustara mucho. Me dejaba muy embobado, tonto. Me divertía más que de costumbre, cualquier pavada era motivo para llorar de risa. Me gustaba el olor, siempre lo sentía en la cancha, y me saque la curiosidad ya terminando el colegio. Sinceramente lo hacia de rebelde nomas, y si los demás se daban cuenta que estaba fumado, mejor. Me creía canchero, que se yo, cosas de esa edad. La noche que probé cocaína por primera vez fue de casualidad, no estaba en mis planes. La realidad fue que quería fumar un porro y no tenia. En medio de una fiesta le pedí a un amigo que me diera faso. Me dijo que fuera hasta su auto, que abriera el baúl, buscara un bolso azul y me fijara en el bolsillo de un jean. Hice todo lo que me dijo, agarre el pantalón y me senté en el auto para armar el porro tranquilo. Para mi sorpresa en el bolsillo habían dos bolsitas…la otra tenia merca. Pensé que había llegado el momento de probarla (no creo en las casualidades). Tome muy poquito, guarde todo y volví a la fiesta. No me hizo efecto químico, pero si psíquico. Estaba excitado, zarpado, me sentía bárbaro. Fue parecido al debut sexual. Lo destacado era haber cogido por primera vez, no la cogida en sí. Acababa de abrir la puerta al consumo de cocaína. No tenia ni la más remota idea de lo que esa puerta que acababa de abrir, haría en mi vida.

¿Como siguió el consumo?

La rutina consistía subirme al auto, que me diese las bolsitas y a la vuelta de mi casa. Justo en esa esquina hay un bar. Entraba, le pedía un Negroni al barman, iba al baño a tomarme un gramo enterito y cuando volvía tenía mi trago listo. Un lujo. Volvía a mi casa y la cosa continuaba. Esto sucedía generalmente los martes a la tarde y yo seguía hasta el domingo sin escalas. El lunes dormía hasta el martes y así cada semana. Llegué a dar la vuelta completa de martes a miércoles de la otra semana. No me jacto de esto, pero para dar una idea.

¿Hiciste un tratamiento de 2 años me contabas, fue por fuerza de voluntad?

Primero estuve un mes en una clínica psiquiátrica, en esos días trataban de convencerme y yo me negaba a todo. Tuvimos una reunión con mis amigos y mi tía, recuerdo aquella charla. Yo propuse irme a vivir a lo de mi tía:

“A mi casa no entras, hace lo que quieras pero no cuentes conmigo.” Me quede helado, apenas si la defendí, el no era demasiado rotundo. Busque una cara de aceptación de mis amigos pero estaban de acuerdo que mi tratamiento a medida no iba.

“A si que no entro a tu casa… no aceptan mi propuesta?, Ahora van a ver lo que es tomar falopa”

“Te iré a buscar a una zanja cuando te mueras de una sobredosis, prefiero eso, a mi casa no entras.”

“Pablo te pedimos que hagas un intento en Proyecto 1, sino te gusta te vas. Pero no perdés nada probando, ya probaste de todo en la vida, hacelo por nosotros”

Increíblemente funcionó, ningún discurso, una palabra sola pudo con mi negativa. A veces una palabra puede mas que mil: PROBA!

¿Cómo fue el tratamiento?

Fue largo, muy duro por momentos pero pude terminarlo. No es por hacer publicidad pero todo y cada uno de los detalle y anécdotas están bien descriptos en el libro. Hoy llevo 8 años sin consumo y estoy muy bien! Ayudo a otras personas que atraviesan problemas de adicción y eso me asemeja un poco con mis padres; ayudar a quienes están mal.

¿Así que escribiste un libro?

Si, hace un par de años que lo termine de escribir. Cuenta toda la historia completa. Desde mis padres hasta Camila. Es también un libro que puede ayudar a mucha gente a no copiar mis errores o a darle una mano a quien esta mal. Se llama CONSUMIDOR FINAL y modestamente se los recomiendo. Y a quienes saber aún más entren al Facebook LIBRO CONSUMIDOR FINAL.

¿Qué mensaje le darías a los chicos que están en edades “tentadoras”?

Que no se lastimen, que se diviertan un poco más sanamente. No es necesario volarse la cabeza para pasarla bien. Cuídense, sean responsables con las cosas que vayan a hacer y sepan que las consecuencias pueden ser muy caras.

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