BUITRES

Los Estados Unidos, unidos contra Venezuela

(Por Juan Esteban Kirchner, colaboración Laura Iturbide*/) A un año del inicio del juicio político a Dilma Roussef, a dos de la asunción de Mauricio Macri como presidente argentino y a sólo cien días de Trump en la Casa Blanca, quedaron al descubierto las caras que ocultaban las máscaras demócratas. Políticas económicas más viejas que el Plan Cóndor pero tan carroñeras como un buitre. Venezuela está en la mirilla, no sólo de Estados Unidos. El plan es continental y la república Bolivariana es un problema para la “paz” mundial. Civilizados o Bárbaros. Colonia o Patria. No hay medias tintas… ya ni tenemos, también se la llevaron. Nos quedan las calles, allí nos vemos.

Los Estados Unidos, unidos contra Venezuela

Sábado 13 de mayo de 2017 | 20:45

A un año del inicio del juicio político a Dilma Roussef, a dos de la asunción de Mauricio Macri como presidente argentino y a sólo cien días de Trump en la Casa Blanca, quedaron al descubierto las caras que ocultaban las máscaras demócratas. Políticas económicas más viejas que el Plan Cóndor pero tan carroñeras como un buitre. Venezuela está en la mirilla, no sólo de Estados Unidos. El plan es continental y la república Bolivariana es un problema para la “paz” mundial. Civilizados o Bárbaros. Colonia o Patria. No hay medias tintas… ya ni tenemos, también se la llevaron. Nos quedan las calles, allí nos vemos.

A un año del golpe de Estado en Brasil

Para llegar al ejecutivo no precisaron de los militares, la policía o alguna otra fuerza del “orden”. Un juicio político, amparado en la carta magna de muchos de los países del continente, fue la estrategia elegida para arrebatar el Estado al estado brasilero. Es cierto que nadie recurre a ese método sin antes tener la certeza de que jueces, diputados, senadores, profetas del odio (o medios de comunicación) y parte de la sociedad civil aprobara semejante atropello.

La correlación de fuerzas, en abril del 2016, era suficiente para que la oposición, la misma que había perdido las elecciones en Diciembre del 2014, comenzara a importar, una vez más, el plan neoliberal en su expresión más pura. Pero tanta crudeza reveló más de lo esperado.

A más de un año del inicio de aquel golpe de Estado, transmitido en vivo para todo el mundo cual llegada a la luna, no hay eufemismos. Quien fuera el impulsor del impeachment, Eduardo Cunha (Presidente de la Cámara de Diputados en aquel momento) hoy está preso con una sentencia de 15 años por el lavado automático; siete Ministros de Temer están siendo investigados, también, por lo mismo que decían (y dicen) combatir; todos los diputados que votaron a favor del pisoteo a las urnas hicieron lo propio al poner un techo en los gastos públicos por veinte años (lo que incluye una baja tremenda en los presupuestos de salud y educación) y hacer del trabajador una goma flexible al tiempo de entregar el petróleo a las grandes multinacionales (sólo algunos favores que les devuelven a los empresarios que financiaron el golpe). Y todo ello en el marco de la mayor recesión económica en la historia del gigante de América.

El pasado viernes 28 de Abril, el Gobierno brasilero se enfrentó con la primera huelga general en todo el país en más de 20 años. 35 millones de personas en la calle, una muestra de que el pueblo está despierto y es consciente de lo acontecido. Una huelga que no se lograba desde 1996, cuando la opresión neoliberal la encarnaba Fernando Enrique Cardoso (fiel espectador sonriente ante la destitución de Dilma). Un pueblo movilizado que dijo basta a las pretensiones (las mismas que siempre, claro) del FMI en el gigante de América. Reformas laborales (humanas) que se resumen en dos puntos claves: no más negociaciones colectivas entre sindicatos y empresas, pero sí entre amos y esclavos y una reforma jubilatoria donde mujeres y hombres sólo podrán recibir sus aportes con 65 años o más con al menos 25 años de contribución (la próxima reforma en Argentina)

Así las cosas, no es de extrañar entonces que Mariano Rajoy se acerque a este continente a abrazar al actual presidente interino de Brasil, felicitarlo, avanzar en los Tratados de Libre Comercio (TLC) entre Mercosur y la Unión Europea y manifestarle su preocupación por la República Bolivariana de Venezuela.

¿Qué es, en concreto, lo que le preocupa a España de los sucesos en Venezuela? ¿Qué acontece en tierras bolivarianas que vienen del primer mundo a retarnos? ¿Y por qué Argentina, y no Brasil, ha tomado la bandera continental de demonización y denuncia global a la mayor reserva de petróleo en el mundo?

Argentina: votos con botas

En Argentina bien sabemos que Mauricio Macri llegó a la presidencia por el voto popular. Ya sea por los medios, las mentiras y los medios devuelta (no hay otra cosa), a Macri la democracia le sirvió. Esa es, quizás, su mayor legalidad y legitimidad para pavonearse por todo el mundo y ser la voz cantante de Sudamérica en todo lo que le pida por teléfono el presidente norteamericano D. Trump.

Cierto, llegó por los votos, pero también es cierto que el gato vendría con botas: devaluación, despidos, flexibilización laboral, suba de tarifas, endeudamiento externo y apertura de importaciones, son las políticas públicas que, hasta el día de hoy, desconocemos sus últimas consecuencias aunque vivamos rodeados de pobreza planificada. Una crisis creada por ellos mismos e impulsada por los organismos internacionales como el FMI o BM. Y al que no le gusta palo (lo que también es una decisión política que ya podría llamarse política pública).

Foto: Gabriela Manzo

En materia de política internacional el gobierno oligárquico argentino tampoco dio sorpresas. Lo mostraron perversamente al mundo entero el 22 de noviembre ni bien terminó el tan manoseado ballotage de diciembre del 2015: Lilian Tintori (esposa de Leopoldo López, opositor venezolano preso por haber sido uno de los incitadores a la violencia en las jornadas de Abril del 2014 donde fueron asesinadas 43 personas) bailaba arriba del escenario de cambiemos festejando aquel triunfo como propio. Lo era. Ocho horas después lo explicaría mejor el propio Mauricio Macri en la primera conferencia de prensa una vez ungido presidente: acercamiento a la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México, todos países que mantienen TLC con Estados Unidos); fortalecimiento del Mercosur para avanzar con los TLC con la Unión Europea y la condena al Gobierno democrático de Venezuela. Un calco para “temer”.

Antes de asumir como Presidente, Mauricio Macri fue recibido por Dilma Roussef (quien enfrentaba por esas horas el comienzo del juicio político), un protocolo implícito entre los dos PBI más altos del continente. Temer, aquel 5 de Diciembre del 2015, era el vicepresidente electo y su preocupación estaba en avanzar sigilosamente por los archivos parlamentarios y judiciales, lo que terminó en la destitución de la presidenta electa. Ni bien consumado el golpe en agosto del 2016, Temer no perdió tiempo y se acercó a Olivos en octubre para ratificarse a sí mismo y confirmarle a Macri que no estaría solo en su “cambio”.

Como si esto fuera poco, el pasado febrero, Mauricio Macri estuvo en Brasilia con su, ya a esta altura, hermano del continente. Un trabajo meticuloso entre ambos mandatarios para seguir con sus reformas de Estado, ya sea en cada país fronteras hacia adentro, como así también en bloque hacia afuera.

Hacia adentro el plan es el mismo en una u otra latitud: más para los pocos y menos para los muchos… todo monitoreado, y felicitado, por el FMI. Para aplicar esas políticas se recurre a la legitimidad y legalidad que ofrece el Parlamento y otras tantas se opta por los decreto (todo depende lo que indiquen los Focus Group).

Y hacia afuera lo ya dicho: vociferan un Mercosur “fuerte”, lo que se traduce en negociar con Europa o Estados Unidos (vía Alianza del Pacífico) al descubierto, sin Venezuela, el hambre de nuestra América. Es de destacar que en septiembre del 2016 el Mercosur ya había decidido aislar a Maduro y no permitirle finalizar su presidencia pro tempore del bloque alegando que no había ratificado aún todos los acuerdos para su participación plena (lo que fue rápidamente desmentido por la canciller venezolana, Delcy Rodríguez). En este marco, Trump levantó el teléfono…

Macri, Temer, Trump

Aún siguen iluminando nuestras caras las fotos de Trump y Macri. Un encuentro que cierra el círculo dando una coherencia impecable al giro copernicano de nuestro continente. Un paseo por la potencia del mundo hizo que la prensa local (¿local?) estallara de primicias frente a la falta de anuncios reales o de inversiones concretas. La agenda del presidente argentino estuvo básicamente ocupada en seducir a los empresarios norteamericanos para que inviertan en Argentina, dando las “garantías” necesarias para la entrega de nuestra energía al primer mundo y que hagan de ella lo que más convenga: vendernos nuestros propios recursos naturales (como lo fue alguna vez con YPF-Repsol) o nos importen las computadoras ya terminaditas. Lo más probable es que sean ambas…

La búsqueda de inversiones en la potencia armamentística del mundo fueron básicamente allí, en el sector energético. Para eso estaba el ministro de energía Juan José Aranguren. Los petroleros le abrieron la alfombra roja en Houston para que les cuente cómo anda esa vaca muerta y si ya es tiempo de carroñear o siguen sobrevolando, oliendo. Y de paso un guiño: “traigánse su maquinaria de allá, total Argentina les baja las barreras arancelarias y no usamos ni producimos máquinas en nuestro país. Nos ahorran esfuerzo. Vengan con los suyos, o lo suyo, y llévense lo nuestro” podría ser la síntesis. Pero es aún peor: también se le prometió a los texanos bajar los costos de operación (más popularmente conocido como flexibilización laboral) hasta un 25% en sus proyectos en caso de materializarse.

Como si fuera una burla, el almuerzo de ambos presidentes incluía salsa de limón y chorizos, ambos productos de esta tierra. Para confirmar la bufonada protocolar, la exportación de los verdaderos limones (que de concretarse serían el único ingreso de dinero al tan mencionado Plan Belgrano en la campaña) y el biodiesel no son temas importantes para la Casa Blanca, menos aún para el Salón Oval. Es en ese nuevo escenario que Argentina abre su mercado (o supermercado como dijera Mauricio Macri) al mundo: no sólo no recibimos inversiones de nuestros nuevos patrones, sino que invertimos nosotros allá ¿Neocolonialismo en el Siglo XXI? Y luego claro, las cooperaciones de rigor: lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y la corrupción y cooperación espacial y en ciberseguridad, conceptos tan amplios pero que, con este nuevo alineamiento, toman una dimensión desconocida (u olvidada).

Macri encontró y consiguió lo que buscaba: la foto con el primer mandatario de Estados Unidos, su palma en la gamba, la sonrisa, las felicitaciones, los chistes y todo lo que sirva para la imagen de un Gobierno que, en la realidad no tiene otra escapatoria que el propio escape. Y ese escape, esa válvula, es la imagen: por allí se desliza el Gobierno oligárquico, ya no tiene otro espacio que la mentira diaria de la información.

¿Pero por qué tanto agasajo a la mentira? Tanto Temer como Macri han recibido, meses atrás, llamadas telefónicas de Trump (no es eufemismo), anunciadas por sus jefes de redacción como un gran avance en los vínculos bilaterales. Pero lo conversado, la felicitación a ambos primeros mandatarios vía satélite o chorizo mediante, fue por sus reformas de Estado y su viraje económico en las dos potencias del continente. Pero claro, la tercera fuerza continental, y la mayor reserva de petróleo del mundo, sigue siendo el nudo de corbata mal hecho para el poder global: Venezuela.

Así fue que Mauricio Macri recibió sonrisas gringas por lo ya hecho y para que no desviara el camino en el futuro inmediato: Argentina seguirá siendo la punta de lanza para condenar oficial, y extraoficialmente, la presidencia de Nicolás Maduro y a todo el pueblo chavista movilizado. “Líder hemisférico” lo llamaron en el Congreso del Norte “para restablecer la democracia, detener las violaciones de los derechos humanos y lograr la liberación de los presos políticos en ese país”. Claro, Brasil no podría asumir semejante responsabilidad: los gringos no son boludos (“ni un tantito así”), Temer llegó a la presidencia de formas oscuras y hoy tiene una aprobación popular de tan sólo un dígito.

Venezuela

La condena mundial a la República Bolivariana no empezó ayer ni en el 2015, se remonta a 1999. Todo lo vinculado a Chávez, a lo rojo, a las calles, fue perfectamente demonizado por España, Estados Unidos y los países alineados a esa potencia a la cabeza (en aquellos tiempos no contaban ni con Argentina ni con Brasil). Uno de sus productos, los medios de comunicación, se encargarían de potenciar semejante trabajo cuando no están ocupados en allanar el camino para que lo hagan los funcionarios, artistas o deportistas. De hecho en el 2002 produjeron un golpe de Estado desde una de sus bases operativas más importantes: un canal de televisión.

Pero desde la llegada de Macri a la presidencia de Argentina, y de Susana Malcorra como canciller, la demonización al pueblo chavista se recrudeció a niveles tan altos que hoy, Venezuela, pasó a ser un adjetivo (nada que envidiarle a “populismo”). Una palabra archi utilizada cuando se quiere denostar, por ejemplo, a una provincia como Santa Cruz de Argentina o a un candidato a presidente en Francia.

Van más de treinta días de marchas opositoras repletas de matarifes guarimberos que producen las tapas de los diarios del día siguiente con sangre y muertes por todo Caracas. La imagen perfecta para acompañar los discursos oficiales opositores. Una guerra callejera con un solo contendiente que incendia todo a su paso y luego exige paz por la televisión local y extranjera. Nadie pone en tela de juicio la crisis económica de aquel país (generada a veces por propios y más de las veces por ajenos)… lo que no ha funcionado para derribar a Maduro y su pueblo. Quizás por eso la oposición optó por el camino violento que, teniendo los Gobiernos vecinos y los medios del mundo a su favor, nunca se señalarán ellos mismos como los hacedores de las muertes.

Una nueva etapa se abre con el llamado a la Asamblea Constituyente, una instancia de búsqueda de diálogo pero con sordos y mudos… lo que hace suponer la postura golpista que tomará la derecha venezolana ante este nuevo golpe de timón pese a que años atrás la exigían como la salida más pacífica.

Al discurso de los Gobiernos/Medios, se suman los organismos multilaterales (pero con un solo córner): la OEA y el Mercosur. Al primero, organismo internacional creado y financiado fundamentalmente por Estados Unidos, Venezuela renunció en una jugada política que ni el más prevenido suponía. En el segundo caso, con un gran impulso de las cancillerías gauchas, se expulsó a la República Bolivariana sin haber podido ejercer plenamente la presidencia pro tempore. La hecharon a los empujones, asumiendo (por primera vez en la historia del bloque) la presidencia pro témpore los cuatro países restantes hasta diciembre del año pasado cuando Macri aceptara sonriente su cargo continental por seis meses.

Nada nuevo bajo el Sol

¿Este es el nuevo escenario de la región? Sí y no. Es de ahorita, pero en realidad de nuevo no tiene nada. Las felicitaciones, las palmadas, los llamados telefónicos, las sonrisas, los flashes, las primeras planas son tan viejas como el binomio Metrópolis/Periferia, Oligarquía/Pueblo, Unitarios/Federales, Colonia/Patria. Civilización o barbarie.

“Está haciendo un trabajo fantástico en la Argentina” le decía Trump a Macri mientras este se limpiaba la baba al probar la salsa de limón estadounidense. Y lo mismo le ha dicho a Temer por teléfono antes de asumir. Y no es casual, el plan económico de uno y otro Gobierno son lo mismo, lo que permite también las felicitaciones de organismos como el FMI o bien el presidente español. Y como si fuera poco también compartimos con Brasil funcionarios procesados por corrupción y la represión en las calles a aquel que no se ate a la nueva “normalidad flexible”. Pero no es tarea de los medios hacer hincapié en estos puntos, donde Argentina y Brasil avanzan hacia el mismo abismo. No… como si fuéramos primos peleados nada sabemos de Brasil y allá nada saben de nosotros.

Pero en lo que sí se ponen de acuerdo las cancillerías y sus medios es para demonizar a Venezuela y permitir la expulsión “oficial” del Mercosur y de esa manera poder avanzar libremente en acuerdos estratégicos con la Unión Europea o Alianza el Pacífico. O bien realizar un golpe constitucional dentro de la OEA no reconociendo a Bolivia como Presidente aunque la decisión soberana de Venezuela de retirarse del organismo sea mal visto por el protocolo mundial.

En este, otra vez, sálvese quien pueda o bien meritocracia, la división entre nosotros mismos, entre argentinos y con nuestras patrias vecinas, es un claro objetivo de las metrópolis como así también de sus fieles representantes locales (más conocidos como cipayos), lo mismo que hace doscientos años pero en el Siglo XXI.

Neo balcanización: ya ni sabemos lo que ocurre en una provincia cercana o en el país vecino pero sí prestamos atención lo que acontece en Nigeria. Y ahí tallan los Gobiernos/Medios, en dividir, en no mostrar las semejanzas del camino optado en nuestras patrias (por votos o por botas es el mismo). Menos que menos se ocupan en especular lo que ocurriría con los futuros TLC que refuerzan esa idea meritocrática donde el más grande siempre se come al más chico. ¿Quiénes se beneficiarían con las computadoras últimos modelos o vuelos baratos? Fronteras hacia adentro las clases acomodadas, fronteras hacia afuera las economías más fuertes donde los impacto pueden estar tamizados por una clase media numerosa. Pero en lo que sí estamos unidos como continente (y nos unen también desde afuera los Gobiernos/Medios), y vale la pena repetirlo, es en destruir a Venezuela: donde, según los hastag y primeras planas no hay normalidad; no hay democracia y habitan los bárbaros… El pueblo movilizado.

En declaraciones recientes Jame Petras aseguró que: “Para Trump, Macri no tiene importancia más allá de algunos intereses de profundizar la política entreguista”. Pues bien, mientras en Argentina los medios disfrazan con la palabra inversiones al posible saqueo de nuestro petróleo, en Brasil la entrega de ese oro pasa por el Congreso que cuenta con mayoría absoluta. Sea cual sea el mecanismo, la entrega es la misma aunque los Gobiernos/Medios se ocupen en no vincular ambos procesos. Los civilizados se integran a las metrópolis a conveniencia de ellas demonizando a los bárbaros: al Gobierno de Venezuela y al pueblo que sale a las calles en Brasil o Argentina.

Esta historia podría tener un inicio en lo que fue la destitución de Fernando Lugo en Paraguay, o en la confundible crónica de Zelaya en Honduras. Sea en el 2012 o en el 2009, la estrategia fue idéntica: primero allanar el camino a través de un imperio mundial llamado medios de comunicación, medios masivos, corporaciones, intereses trasnacionales o como se quiera. Lo cierto es que el proceso de deslegitimación a un Gobierno electo democráticamente no comenzó en tierras centroamericanas, guaraníes o gauchas. Los medios masivos siempre, en toda la historia de nuestras repúblicas (incluso antes de ello), han sido fieles soldados del liberalismo (hoy neo) atado a los intereses de los Estados más fuertes del planeta porque, digámoslo, ¡SON ELLOS MISMOS!

El gran empresariado mundial, que ningún interés tiene en un continente independiente, libre y soberano, es el mismo que invade nuestras pantallas de cine, tele, celular y hasta cartelera publicitaria obligada. Esta historia no es nueva, siempre la oligarquía local ha defendidos sus intereses latifundistas y hacendados, digamos: unitarios. Digamos, los de afuera, los civilizados que desparraman bombas por el mundo.

Frente a la velocidad, movilización.

Estamos atravesando un un momento de la historia donde parece que nos estamos enfrentando al poder real, sin máscaras, sin eufemismos. Y no precisamente el poder real son las empresas, en todo caso algunos empresarios más preocupados por los índices de la bolsa de comercio que de la producción concreta y dar trabajo en sus latitudes.

A principio del SXIX la Sarmiento marcó la diferencia (no sólo en Argentina) entre civilizados y bárbaros. La sangre de hermanos desplazó el binomio a unitario y federales y más cerca en el tiempo fue colonia o patria. Sabemos quiénes ganaron en cada etapa de la historia. Y así como en los 70´ el Plan Cóndor fue continental, hoy el Plan Buitre (animal que come carroña, no mata sino que vive de aquello que ya está podrido) es el mismo en Argentina y Brasil, las economías más pujante del continente junto a la venezolana. En caso de que las botas civiles se perpetren en el poder, la independencia económica estará siempre en otro continente, el de ellos, el de quienes hoy nos gobiernan. No en el nuestro, en nuestra Patria Grande.

Hace doscientos años (que) pedimos ayuda extranjera para eliminar a los bárbaros, a los federales de nuestro suelo en pos de una civilización extranjera. Antes fue Inglaterra, hoy Estados Unidos. En cualquiera de los dos casos la búsqueda fue la misma: separarnos. Pero los tiempos posmos, esos veloces, también traen consigo otro neo: no sólo la periferia da empleo a la metrópoli en la tierra del Rey, también el imperio condena al gobierno popular de Venezuela pero piden a nuestras naciones que lleven la voz diplomática de la condena a la República Bolivariana. Ya no se precisan naves con cañones y morteros, más bien una afinada orquesta global con cipayos locales como punta de lanza para la condena moral a todo lo que no se ajusta a los intereses británicos… perdón, norteamericanos y financieros. Y británicos también.

Lo que está en juego es un continente. Son más de 400 millones de almas que pisan riquezas pero consumen pobreza. Venezuela resiste, nos marca el Norte; Evo Morales vuelve a gritar fuerte y Lenin Moreno se apresta a hacerles frente a quienes aún no aceptan la derrota. Lugo sigue la maratón de Lula que arrastra a millones de personas a la calle. Y todos, todos, expectantes a lo que hará Cristina Fernández de Kirchner. Una líder continental indiscutible que en estas horas se encuentra en una recorrida internacional como gesto de, valga la redundancia, liderazgo.

El desafío, la batalla, está en dos planos muy distintos pero sumamente entrelazadas: el electoral y en la construcción de poder popular. Ambas en la calle, encarnadas en el pueblo movilizado que ama a su patria, a sus hermanos y, como alguna vez dijo Hugo Chávez, busca aún afirmar su primera independencia.

La doctrina del shock es el guión utilizado en Brasil y Argentina (como lo fue en los mismos países más Chile, Bolivia y Paraguay en los 70). Una velocidad inusitada que más de las veces nos marea e imposibilita ver mucho más allá de los flashes informativos o analizar en profundidad lo que se transforma en chiste para muchos. Es lógico, nuestro vecino la está pasando muy mal y cada uno de nosotros también. Ese es el modo para sembrar el plan neoliberal en cualquier latitud: shokearnos. Es ese el objetivo de semejante velocidad: olvidar las cosas macro por preocuparnos por lo micro, lo necesario para vivir en esta cruda realidad. Ahora bien: Van muy rápidos muchachos… Muy rápidos, cuidado con chocarse con ustedes mismos porque aquí, pese a que no les guste, aquí hay un pueblo movilizado. Si algo sabemos los bárbaros es movilizarnos. Nos vemos en la calle.

Fuente: vamosavolver.com.ar https://vamosavolver.com.ar/2017/05/12/los-estados-unidos-unidos-contra-venezuela/

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