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Cuando De la Sota decía que era marxista y no quería pagar la deuda

Corría 1986 y José Manuel de la Sota se convertía –mediante un fallo judicial- en presidente del peronismo cordobés y hablaba de enfrentar a la Unión Cívica Radical con un discurso de izquierda porque “los muchachos radicales se lavan más los dientes, tienen mejor aliento y es inútil que sigamos compitiendo con ellos por la misma clientela”.

Cuando De la Sota decía que era marxista y no quería pagar la deuda

Sergio Villone // Jueves 30 de octubre de 2014 | 19:49

Una de los primeros pronunciamientos para actuar ese enrolamiento con posiciones de izquierda fue exigir que el gobierno de Ricardo Alfonsín dejara de pagar la deuda externa.

“Hay que debatir el pago de la deuda. Nosotros proponemos una moratoria unilateral. Y digo unilateral porque no se me ocurre otra manera de dejar de pagar que una decisión soberana. Esto no significa que “no vamos a pagar” sino “vamos a pagar cuando podamos, lo que podamos y siempre asegurándonos que podemos crecer””, decía De la Sota en un reportaje en la revista El Porteño.

Tenemos que dejar de pagar y acordar en un debate en el que participe toda la sociedad cuál será el modelo de crecimiento que seguiremos y cómo se hará la distribución de la riqueza generada”, proponía ante los periodistas Juan José Salinas y Gerardo Yomal.

De la Sota, que se enrolaba en las filas renovadoras del PJ nacional, aseguraba que dicha posición era compartida por “los compañeros (Antonio) Cafiero y (José Luis) Manzano”.

 

“Todo el país reclama que el peronismo, junto a las demás fuerzas nacionales y populares, dé vida a un movimiento progresista, de izquierda democrática. El radicalismo, en mi provincia, es un partido de derecha. La expresión de los sectores más pudientes y retardados que ha reemplazado al Partido Conservador. Fíjense en Machinea, que va al FMI a que le aprueben el presupuesto nacional antes de elevarlo a la Cámara de Diputados. Es algo muy triste para una nación que presume de ser independiente”, criticaba en otro parte de la entrevista.

En tren de diferenciarse de la UCR, al que colocaba en una posición de derecha, De la Sota se lamentaba de que, “en Córdoba, la mayoría de los delitos cometidos por los militares permanece impunes. El radicalismo confirmó a diestra y siniestra a los jueces de la dictadura y, ya se sabe, entre bueyes no hay cornadas”.

Pero con vistas a las elecciones del año próximo, De la Sota proponía cooptar sectores radicales: “Cuando leo las declaraciones de Carlos Raimundi me pongo muy contento al ver que los pibes radicales tienen bien claro que el principal problema del país no pasa por el binomio “atraso o modernización”, sino por el que forman “liberación o dependencia””.

 

Luego, De la Sota hacía un relato de los hechos vividos durante la intervención federal del brigadier Raúl Oscar Lacabanne, meses después del Navarrazo: “Lacabanne tenía dos obsesiones. Una, el movimiento obrero legalista. Ustedes recordarán que en Córdoba las 62 estaban divididas entre un sector ortodoxo y otro legalista. El primero colaboró con la intervención y el segundo, compuesto por los sectores más progresistas del sindicalismo peronista cordobés, se transformó en la bestia negra de Lacabanne. La otra obsesión éramos nosotros: “los marxistas de la municipalidad”. Así que tuve el destino de tantos otros peronistas: cuando los muchachos de la “tendencia” secundaban a Obregón Cano, no podía pisar la casa de gobierno porque decían que era “fachista”..

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