La forma más condensada de este ejercicio de oposición mediática es quejarse o escandalizarse porque la primera mandataria aseveró ayer que no vio ninguno de los partidos del equipo de Sabella en Brasil.

El despechado del Fútbol Para Todos, Marcelo Tinelli, atacó a Cristina anoche: “Hoy los recibió Cristina que además no vio los partidos del mundial. Pero sabía todo, por lo menos decí que los viste, estaban ahí los muchachos. El Papa tampoco lo vio, pero una cosa es el Papa y otra Cristina. El Papa no los vio por una cuestión de neutralidad. Cristina sos la presidenta de los argentinos dejate de joder, mirá los partidos".

Román Lejtman, en El Cronista Comercial, también intenta utilizar la confesión presidencial: “CFK aseguró que no prendió la tele para sufrir con los partidos de la selección nacional. Una pena: el equipo de Sabella demostró que la honestidad profesional y el sacrificio personal son más importantes que los beneficios políticos y el crecimiento geométrico del patrimonio. La selección nacional no vio a CFK en cadena nacional. Estaban entrenando, cumpliendo un sueño popular. Es mejor la gloria que el poder”.

Ricardo Roa, en Clarín, hoy construye el enfrentamiento a partir de defender a sus periodistas, criticados por haber cambiado radicalmente su análisis sobre el combinado nacional cuando aparecieron los resultados positivos en la competencia mundial: “Cristina va a contramano de esta Selección, aunque la haya felicitado. Elogió el trabajo en equipo y nunca hizo una reunión de gabinete y disfruta con el papel de ser siempre parte perjudicada cuando Sabella, más allá de los errores, no se queja del árbitro ni le echa la culpa por el resultado. Además, los jugadores van por delante de la glorificación propia. Nada de compararse con San Martín o con Belgrano y mucho de la solidaridad por sobre las conveniencias individuales. La Selección perdió la final con altura y no buscó taparle la boca a nadie”.

Joaquín Morales Solá, anoche en su programa Desde el Llano, en TN, también utilizó el logro albiceleste en contra del gobierno: “Me preocupa el concepto de la Presidenta que cree que se pueden cambiar las reglas de juego en el medio del partido. O que se pueden desconocer los resultados de los partidos cuyas reglas fueron aceptadas. Detrás de ese discurso hay una teoría conspirativa. No aceptar las reglas del juego, que se perdió dignamente, que hay otro que ganó y que merece su reconocimiento y creer que todo es producto de conspiraciones.

Esto es lo que me preocupa. Pero no por lo que pasó ayer. Sin porque esto es una forma de gobernar una sociedad con muchos problemas”.

Mientras tanto, la ensayista del FAUNEN, Beatriz Sarlo, prefirió forzar el análisis hacia el siempre vapuleado populismo –concepto que se relaciona con el gobierno nacional desde estos espacios mediático-opositores-: "El discurso triunfalista, somos subcampeones, tiene que ver con el discurso populista. Somos héroes siempre. Los argentinos tenemos el destino de ser héroes".

En la misma línea que sus colegas argentinos, el periodista del Miami Herald, Andrés Oppenheimer, en La Nación, trata de usufructuar el no esperado desempeño de la selección brasileña para espetárselo a Dilma y pronosticar, entusiasmado: “Si las posibilidades de Rousseff de ganar la reelección eran del 60% o 70% antes de la debacle futbolística de la semana pasada, ahora diría que son del 51%. Será muy difícil que gane por goleada. Será una elección más reñida de lo que parecía antes de la Copa, pero, por ahora, lo más probable es que todavía gane por un pelo”.