El macrismo se creyó su propio relato: la confianza que iba a generar Macri era suficiente para que la presión sobre el dólar y los precios se cortara de raíz. No sólo eso, también sería garantía para lograr un gran ingreso de dólares. Nada de eso sucedió.

El plan inicial era el siguiente: como la devaluación no se trasladaría a precios y los gremios, asustados por los despidos masivos, aceptarían una paritaria del 25%, se iba a lograr un enfriamiento para frenar la inflación. El macrismo no lo logró.

De diciembre a enero, la inflación medida por la Ciudad y San Luissuperó el 10% y se comió la mitad del objetivo de anual de Alfonso Prat-Gay. Para colmo de males, febrero no registró un freno y para marzo impactarán los aumentos de tarifas del 400% promedio en la luz, que también se trasladarán a precios.

En abril, Prat Gay se podría haber consumido toda su expectativa de inflación (20% a 25%) anual en apenas 5 meses: en ese contexto, no había forma de cerrar con los Docentes un aumento del 24% como había ofrecido María Eugenia Vidal en primera instancia.

La paritaria docente, una de las primeras del año, marca el pulso de las negociaciones posteriores tanto en el sector público como en el privado y estaría por cerrar en torno al 35%, 10% arriba del objetivo de Macri y Prat-Gay. Si el resto de los sindicatos negocia en torno a los mismos porcentajes, la devaluación que se realizó para lograr competitividad habrá quedado pulverizada.

El gobierno puede optar por una nueva devaluación tras el arreglo de las principales paritarias del país pero esto disparará aún más los precios que hoy ya están descontrolados: en off, algunos economistas aseguran que la verdadera perspectiva inflacionaria es del 50% si el Gobierno sigue devaluando al ritmo que lo hizo en febrero, lo que en simultáneo explicaría el aumento del 34,6% ofrecido a los docentes.

El otro problema será el déficit fiscal: el macrismo desfinanció al Estado al quitar retenciones a todas las actividades exportadoras pero no logró frenar las erogaciones. Los despidos del Estado son insignificantes en términos fiscales: el déficit podría ser altísimo a fin de año y la única salida parece ser el endeudamiento externo para gastos corrientes, una decisión económica trágica.

El panorama es sombrío. Algunos personajes de la política que pedían prudencia comienzan a hablar en off, sobre todo en el Frente Renovador donde se mostraron muy preocupados por la situación. Al mismo tiempo, en el massismo saben que en poco más de un año su líder político intentaría ir por una banca en el Senado, para eso deberá despegarse de la gestión de Macri, quizás sea más temprano que tarde.